Ya les había contado en este artículo que usualmente luego del embarazo, aún retornando a nuestro peso anterior, la forma del cuerpo cambia y por ende nuestras proporciones y la manera en que nos sienta la ropa. Uno de los retos que enfrenta una nueva mamá es reaprender a vestirse, aunque obviamente no es algo prioritario, y lo vamos postergando hasta haber logrado organizar nuestras vidas, desde lo más simple, hasta cómo dominar la lactancia, aprender a ducharnos con nuestro bebé y a usar bien el portabebés.
Pasada esa primera etapa, y recuperado un peso con el que nos sintamos cómodas, nos hará sentir muy bien robar un ratito para revisar nuestro guardarropas y deshacernos o reciclar aquellas prendas que ya no nos lucen y cuya vista al abrir el armario nos tortura. Una vez clasificada la ropa en "me queda lindo", "esto mejor lo reciclo" y "esto jamás me lo volvería a poner -ni muerta", nos toca revisar qué otras piezas nos hacen falta para combinar con lo que ya tenemos. Así armaremos nuevos looks más frescos, cómodos, adaptables a la lactancia y que nos hagan sentir lindas.
Yo perdí casi todos mis sweaters y blusas de antes de ser mamá. Durante el embarazo, la caja torácica de la mujer se ensancha para lograr respirar suficiente como para dos personas, además las mamas terminan de desarrollarse, contribuyendo a alterar la talla de camisa que usábamos antes. Como varias de mis prendas de antes estaban en perfecto estado, decidí reciclarlas y convertirlas en otras piezas de ropa.
Antes |
Después |
Por ejemplo, convertí varios sweaters tejidos de algodón en mini-faldas, y la verdad es que quedaron bastante bonitas y muy cómodas. Todo eso a mano, y sin saber mucho de costura :) Ese mismo invierno, paseé rápidamente por un par de tiendas de ropa ¡y vi que vendían falditas muy similares a las que yo había improvisado!
Quizás esa sea la parte más factible del asunto. El siguiente paso, que es comprarse un par de prendas para combinar con las que ya tenemos para cambiar un poco de look se hace más complicado. Solemos postergarlo, dejándonos de última tras todos los gastos de nuestros hijos, de la casa, etc. Cuando finalmente hemos ahorrado un poco y nos decidimos a ir a comprar, surge cualquier cantidad de inconvenientes y lo postergamos de nuevo.
Si logramos salir de compras, sabemos que con un bebé pequeñito, tenemos pocos minutos para probarnos algo rápidamente, sin lograr mirarnos bien al espejo, antes de que pida brazos, teta o toque cambiarle el pañal. Una vez que se haga un poco mayor, tendrá la curiosidad de tocar todo, mirar todo, y luego abrir la cortina para analizar su mecanismo mientras nos probamos algo a toda velocidad ;)
En mi caso, pasaron casi 3 años, y hace como un mes salí por primera vez a una tarde de shopping sin mi hijo. La verdad es que lo extrañé, pero sabía que se estaba divirtiendo con mi mamá y me cayó muy bien consentirme por un rato. Además, cómo no lo iba a hacer si me habían llamado de la Revista Mía para decirme que querían invitarme a una tarde de shopping acompañada de Luis Valle, uno de sus reporteros de moda, para que me asesorara y que me obsequiaban también un vale para gastar en una tienda C&A :)
Pues nada, fue una tarde bastante amena, en la que probé ropa que elegí con la asesoría de Luis. Compramos con el vale 5 prendas en total, muy frescas, ligeramente diferentes a lo que suelo vestir y muy combinables con lo que ya tenía. Igualmente elegí prendas fáciles de lavar en casa, que no requieren planchado y con las que pudiera dar el pecho... ¡Quedé super contenta y muy agradecida!
¿Y tú, desde cuándo no te consientes con una tarde de shopping?
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