Cuando hablamos de la crianza de niños pequeños, la disciplina es uno de los temas que más preocupa a los padres. Creemos pertinente acotar, como hemos comentado ya en anteriores ocasiones, que en Amor Maternal, estamos en contra del castigo, sea físico o no. Lamentablemente, mucha gente aún no tiene claras las (inmensas) diferencias entre la crianza con castigos, o autoritaria, que muchas veces utiliza métodos de adiestramiento, la crianza respetuosa, y el laissez-faire, dejadez, o permisividad con los hijos.
A mi parecer, la crianza respetuosa constituye el equilibrio, permitiendo al niño suficiente libertad para desarrollarse, aprender a través de su curiosidad, y de las consecuencias naturales de sus actos, a la vez que le proporciona el sustento y la contención que tanto necesita. Enseña a través del ejemplo, desde el respeto y la empatía, ¿existe acaso una mejor manera de aprender? En un artículo anterior, hemos mencionado el tema de los límites, comentando que los niños poseen límites naturales, y que muchos de los libros o métodos de crianza que buscan enseñar a los padres "a poner límites" a sus hijos, sugieren prohibiciones y restricciones muchas veces arbitrarias cuyo único fin es el de establecer quién manda a quién, el de marcar la figura de autoridad en la relación materno-filial (o paterno-filial).
En cada uno de los extremos, a mi parecer igual de perniciosos los dos, se encuentran formas opuestas de maltrato, una por abandono, y otra por excesivo afán de controlar todo lo que hace, dice, y desea el niño, como muy bien lo explica Elena Mayorga, en su excelente artículo sobre el tema, publicado en la Revista Mente Libre.
A pesar de ello, algunos padres, e incluso profesionales de la salud, aún insisten en que el castigo físico es una medida efectiva de disciplina.
En relación a este tema, la revista Pediatrics, ha publicado un nuevo estudio en el cual investigadores de la Universidad de Tulane han demostrado con muy rigurosa evidencia, datos que prueban que el castigo físico hacia los niños, los hará considerablemente más propensos a presentar comportamientos indeseados a largo plazo. De los casi 2500 niños estudiados en la investigación, casi todos los que fueron golpeados frecuentemente a la edad de 3 años, presentaban conductas agresivas a la edad de 5 años.
El estudio fue conducido por Catherine Taylor, una profesora de ciencias de la salud pública, quien se hizo cargo de los controles. En éstos, interrogaba a la madre para determinar la presencia de alguno(s) de los siguientes factores predisponentes:
- Depresión,
- Nivel de estrés,
- Consumo de drogas y/o alcohol,
- Violencia de género o antecedentes de violencia familiar,
- Incluso tomó en cuenta si la mujer consideró o no abortar al niño estudiado, mientras lo gestaba.
La profesora concluyó que la probabilidad de que un niño sea agresivo a los 5 años, era 50% mayor, si el niño había sido golpeado más de 2 veces durante el mes anterior al interrogatorio. La conclusión mantenía su validez, incluso luego de haber tomado en cuenta las variaciones naturales que pueden presentarse en los niveles de agresión entre un niño y otro.
Se estudiaron madres y sus hijos a los 3 y 5 años de edad, en 20 ciudades, de los cuales 45.6% reportó no haber levantado la mano a sus hijos de 3 años durante el mes anterior, 27.9% reportó haberles golpeado una o dos veces durante ese mes, y el 26.5% reportó haberles castigado físicamente más de dos veces durante el mes anterior al comienzo del estudio. Al interrogarlos nuevamente a los 5 años de edad, el grupo que había sido golpeado tenía un mayor porcentaje de niños con los siguientes comportamientos:
- Demandaban satisfacción inmediata de sus necesidades y deseos,
- Mostraban comportamientos desafiantes o amenazantes,
- Tendían a frustrarse con facilidad,
- Presentaban rabietas,
- Propensión a gritar, pelear, discutir,
- Tendencia a ser crueles, a hacer bullying,
- Comportamientos físicamente agresivos y destructivos hacia otras personas, animales, u objetos, en comparación con los niños que no habían sido castigados físicamente.
La razón tras estos hallazgos es probablemente que el castigo físico inicia un ciclo vicioso de comportamientos negativos. El castigo físico genera miedo en lugar de comprensión. El hecho de que un niño detenga lo que estaba haciendo cuando es abofeteado, no quiere decir que haya comprendido por qué no debería comportarse de esa manera. Aunado a esto, las bofetadas y demás castigos físicos dan a los niños un mal ejemplo, enseñándoles que los comportamientos agresivos son una solución viable a los problemas y conflictos.
¿Seguro que ese es el ejemplo que quieres darles? ¿Nos ayudan a hacer una lista de formas positivas y respetuosas de disciplina?
Más información sobre el castigo físico:
Foto © Con Tanasiuk/Design Pics/Corbis
hola, vi este video, y wow...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=a_wytq40L9Y
algo así no existe... wow
Gracias Louma por este estupendo resumen del estudio.
ResponderEliminarCada vez se demuestra más que no tiene sentido ninguno la educación con el cachete. Ya lo sabíamos, pero mucha gente necesita este lenguaje científico.
La violencia sólo genera más violencia.
Hola Louma!, necesito ideas para que mi niño de dos años no pegue a mi chiquita de dos meses. Se lo he explicado y estoy segura que lo entiende. El siempre ha sido tratado con mucho amor, también tengo que proteger a mi niña y no se qué hacer.
ResponderEliminarGracias!