Creo que esta reflexión vale en general, es decir; para la vida entera, no sólo para la crianza :)
Muchos de nosotros lo sabemos: a menudo el cuerpo nos da señales cuando la mente no sabe cómo comportarse o qué hacer en determinada situación. Esas señales suelen ser bastante sabias y si tenemos el valor de seguirlas, muchas veces nos conducen nuevamente hacia el bienestar.
Comento todo esto porque varias lectoras me han escrito sobre el tema de la escolarización. No se decidían si iniciar o no la guardería con sus hijos, les preguntaba si era indispensable, y me decían que no, que lo harían más que nada porque la familia les ha presionado mucho con la excusa de la socialización. ¿Es la escuela o guardería un verdadero ambiente de socialización? ¿Es un ambiente natural? Sin duda alguna no lo es, un sitio en el que un montón de niños (el número varía según la institución) compite - lejos de la seguridad de tener a mamá al lado - por la atención de un único (o si acaso dos) adulto. No ahondo más, porque ya hemos hablado más del tema aquí y aquí.
Les sigo contando, pues tras hacerles estas simples preguntas, me expresan su angustia por no saber qué hacer. Les hago un par de preguntas más: ¿y qué te dice el cuerpo cuando piensas en escolarizar a tu niño? La respuesta es casi siempre miedo y angustia. ¿Para qué entonces - y no hablo de no hacer nunca algo "valiente" - someternos y a nuestros hijos a algo que en estos casos particulares, no era indispensable cuando el cuerpo nos grita que no?
¿Y cómo nos grita? Pues hagan la prueba ustedes mismos, piensen en algo que deban decidir y verán que al reflexionar sobre cada opción, en unas el cuerpo se relaja, respiramos lenta y pausadamente, nos sentimos bien y calmados, en otra(s) sentimos palpitaciones, se nos acelera el pulso, sudamos frío, nos tiemblan las manos. No exagero, hagan la prueba. Las mamás que me escribieron a quienes respondí así, me dijeron que tras un par de minutos observando las respuestas de sus cuerpos, se dieron cuenta de que lo tenían clarísimo.
Entonces les propongo, queridos lectores, ante la disyuntiva, toma un par de respiraciones lentas y profundas y observa tu cuerpo al pensar en sus opciones.
¿Quieren más ejemplos? Tu bebé llora y tu cuerpo segrega oxitocina, tus pechos gotean y la persona de turno, llámese suegra, abuela, hermana, vecina, o cajera de automercado, te suelta el típico "no lo cojas enseguida que se mal acostumbra". Si escucháramos el cuerpo, cogeríamos en brazos a nuestro bebé enseguida, y cero drama :)
¿Para qué complicarnos la existencia si la naturaleza nos ha dotado de tantas herramientas? Tratar de complacer a todo el mundo a menudo nos aleja de nuestros instintos y de nuestro bienestar. Ya sabemos que los mitos y consejos absurdos abundan, para ejemplos, vean aquí y aquí.
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