Una lectora que desea permanecer en el anonimato, y que vive en México, me envió su relato de parto. Entre lágrimas, un inmenso dolor y agradecimiento, lo leí, con la seguridad de que su historia animará a unas cuantas mujeres a PELEAR por su parto, por ser respetadas.
Continúo creyendo que una de las cosas que a mí me salvó y me permitió tener un buen parto, respetado dentro de lo posible, fue el hecho de llegar a la defensiva. Otra cosa que considero contribuyó también, fue el hecho de tutear a los médicos (siendo odontólogo, no veo esa jerarquía que tienen algunas mujeres con los médicos, que asientan y se sienten sumisas ante su "autoridad" - los veía y trataba como colegas de profesión).
Historias como la que hoy comparto con ustedes - que en medio del profundo dolor y sufrimiento, comparte tan generosamente nuestra lectora - son las que me inspiraron a armarme hasta los dientes y defenderme antes incluso de que me "atacaran"....
***
Escribo esto porque sé que hay otras mujeres que no merecen que las traten así, como me trataron a mí y como vi durante esos días que trataban a varías mujeres en ese hospital - mujeres desde mayores hasta muy niñas. Con este relato quiero sanar mi herida, esa que tengo desde hace casi un año y lo hago ahora porque se acerca el cumpleaños de mi niña y no quiero tener que recordar lo malo, ahora soy muy feliz con todo lo que tengo: mi hija, mi esposo, mi vida. Espero también que este escrito ayude a muchas madres que pasaron por lo mismo a sentirse no bien… pero tal vez un poquito mejor.
Escribo esto porque sé que hay otras mujeres que no merecen que las traten así, como me trataron a mí y como vi durante esos días que trataban a varías mujeres en ese hospital - mujeres desde mayores hasta muy niñas. Con este relato quiero sanar mi herida, esa que tengo desde hace casi un año y lo hago ahora porque se acerca el cumpleaños de mi niña y no quiero tener que recordar lo malo, ahora soy muy feliz con todo lo que tengo: mi hija, mi esposo, mi vida. Espero también que este escrito ayude a muchas madres que pasaron por lo mismo a sentirse no bien… pero tal vez un poquito mejor.
Yo supe de inmediato cuando estaba embarazada, a lo mucho tendría 3 semanas, pero empecé a sentirme rara y sólo lo sabía. Una prueba confirmó todo y a mis casi 29 años estaba embarazada. Mi embarazo no fue hermoso, me chocaba leer todas esas cosas de la “etapa más bella de la mujer”, yo estaba hinchada como un refrigerador y mi panza no botó recién hasta el octavo mes, así que solo me veía rara como un gran oso. Eso no fue todo, tuve molestias horribles, entre ellas, una disfunción de la sínfisis púbica a partir del sexto mes, con esto fui empezando a conocer el modo en que te tratan los [algunos] médicos, mi ginecólogo se reía en cuanto me oía quejarme de los dolores que esto me producía y sólo me mandaba paracetamol, que obviamente no me aliviaba en nada. El dolor era insoportable y sólo gracias al recurso del internet supe qué era lo que tenía y con una búsqueda productiva encontré un manual quiropráctico de terapia para este padecimiento, mi esposo con un amor y paciencia infinitos me ayudaba a hacer los movimientos todas las noches y gracias a eso pude dormir bien lo que restaba de mi embarazo.
Se acercaba el gran día, y yo estaba convencida de que sería un parto natural, mi beba estaba en posición y el ginecólogo me decía que “tenía buena pelvis” pero pasaba el tiempo y nada, llegamos a las 41 semanas y no veía que nada cambiara, caminaba mucho con mi marido hasta quedar exhausta. Y lo peor de todo es que estaba muy hinchada, fui a emergencias del seguro donde me revisaron y me preguntaron de cuántas semanas estaba y me regresaron a mi casa con la indicación de “camine mucho”. Eso hice por días, hasta que un sábado me sentí muy mal, la pierna izquierda la tenía hinchada como elefante y tuve mareo y visión borrosa. Así que decidí ir al seguro de nuevo, me recibieron en emergencias y les dije mis síntomas y que me sentía muy mal, ya había botado el tapón mucoso pero no tenía contracciones ni dilatación. Me dijeron que ya me quedaría internada así que me acostaron en una camilla de urgencias y me pusieron un suero, eso me hizo sentir muy nerviosa desde el principio. Ahí empezó mi calvario.
Iban y venían médicos de turno que sólo se limitaban a hacerme un tacto y decir “no está nada dilatada” y se iban. Los practicantes venían más seguido pero con ellos no me dejé hacer los tactos, cosa que los molestó mucho y también como que me dejaron abandonada durante horas, regresando para preguntarme “señora EN SERIO NO SE VA A DEJAR HACER LOS TACTOS?” cuando les decía que no, se enojaban mucho más y se iban.
Durante el transcurso del día me sentí mejor y mi pierna dejo de estar hinchada, me sentía muy triste y ansiaba abrazar a mi esposo pero estaba totalmente incomunicada y no me dejaban ni pararme para ir al baño, tenía que hacer en un cómodo con toda la gente a mi alrededor. Durante toda mi estadía en el seguro que fue de aproximadamente 5 días pude contar unas 178 veces, y tal vez fueron más, en que me preguntaron ¿no se va a poner el dispositivo intrauterino después de dar a luz? A lo cual me negaba y recibía todo tipo de comentarios. Sólo una médica me trato bien, era muy joven y guapa, era bueno encontrar alguien que te sonriera, ella me dijo te voy a mandar a piso a que te hagan un ultrasonido, si todo sale bien te voy a inducir el parto para que ya no estés más aquí. Subí a piso esa noche ahí me hicieron una prueba de la cual no recuerdo el nombre pero no era un ultrasonido - eso era seguro - después de media hora la doctora de piso junto con un doctor me dijeron: “te vamos a programar una cesárea” me sentí muy triste, pregunté la causa y me dijeron que la prueba había revelado que el latido del corazón de la bebé estaba muy irregular y que tal vez tenía el cordón enredado.
Nos dejaron solos y yo lloré mucho con mi esposo, - ¿por qué cesárea? El ginecólogo hace menos de una semana en el ultrasonido dijo que la bebé estaba bien, nada de cordón enredado y estaba en posición, el sólo me escuchaba, hasta que me dijo mira si quieres nos vamos, pido un préstamo y vas a tenerla en un hospital privado. Yo lo miraba y pensé, 'no puedo hacernos esto, en serio no puedo, ya dejé de trabajar para estar con ella y él carga con todo y es poco lo que llega'. Lo acepté, después de todo entre nuestra imposibilidad económica y que, sinceramente, primeriza y te meten miedo los médicos, me dijeron “sufrimiento fetal” y dejé de oír.
Durante el transcurso del día me sentí mejor y mi pierna dejo de estar hinchada, me sentía muy triste y ansiaba abrazar a mi esposo pero estaba totalmente incomunicada y no me dejaban ni pararme para ir al baño, tenía que hacer en un cómodo con toda la gente a mi alrededor. Durante toda mi estadía en el seguro que fue de aproximadamente 5 días pude contar unas 178 veces, y tal vez fueron más, en que me preguntaron ¿no se va a poner el dispositivo intrauterino después de dar a luz? A lo cual me negaba y recibía todo tipo de comentarios. Sólo una médica me trato bien, era muy joven y guapa, era bueno encontrar alguien que te sonriera, ella me dijo te voy a mandar a piso a que te hagan un ultrasonido, si todo sale bien te voy a inducir el parto para que ya no estés más aquí. Subí a piso esa noche ahí me hicieron una prueba de la cual no recuerdo el nombre pero no era un ultrasonido - eso era seguro - después de media hora la doctora de piso junto con un doctor me dijeron: “te vamos a programar una cesárea” me sentí muy triste, pregunté la causa y me dijeron que la prueba había revelado que el latido del corazón de la bebé estaba muy irregular y que tal vez tenía el cordón enredado.
Nos dejaron solos y yo lloré mucho con mi esposo, - ¿por qué cesárea? El ginecólogo hace menos de una semana en el ultrasonido dijo que la bebé estaba bien, nada de cordón enredado y estaba en posición, el sólo me escuchaba, hasta que me dijo mira si quieres nos vamos, pido un préstamo y vas a tenerla en un hospital privado. Yo lo miraba y pensé, 'no puedo hacernos esto, en serio no puedo, ya dejé de trabajar para estar con ella y él carga con todo y es poco lo que llega'. Lo acepté, después de todo entre nuestra imposibilidad económica y que, sinceramente, primeriza y te meten miedo los médicos, me dijeron “sufrimiento fetal” y dejé de oír.
En la mañana del domingo me prepararon para la operación y me bajaron a quirófano. Donde estuve todo el día hasta el día siguiente en la sala de partos, donde veía ir y venir parturientas gritando de dolor y anestesiólogas gritándoles que se callaran. Cada 15 minutos llegaba una chica practicante a oírle el corazón a la bebé. Llegaban los de turno y nadie me hacía caso, pasaron 5 cesáreas “de emergencia” antes que yo porque textualmente, según me dijo uno de los médicos “es que a ti no te duele nada y ellas míralas pobrecitas, mejor las operamos a ellas primero”.
Todo el día transcurrió así, yo sin poderme levantarme para ir al baño, con la boca seca sin poder beber un vaso de agua. Creí en un momento que me volvería loca cuando por fin llegó otra médica revisó mi expediente y dijo “¿ella qué hace aquí? Que la suban a piso, si su embarazo está muy bien y que baje de nuevo al día siguiente para una inducción” sé que leerlo suena sencillo pero después de pasar 24 horas en la sala de urgencia de tocología sin dormir, comer, oyendo todas las torturas (si porque para mí fueron torturas) a las que las pobres parturientas eran sometidas y yo peleando porque no quería más tactos, ni encuestas acerca de cuando inicié mi vida sexual y porque no me quería poner el dispositivo. Pasó una joven cerca de mí con un celular y le pedí que me dejara mandarle un mensaje a mi marido: “¡ay no! No puedo porque que tal que me regañan a mí” era una total prisionera.
Exploté, le dije a una enfermera que quería irme y que no sé cómo le iban a hacer pero que llamaran a mi esposo porque ya me iba. Me miraron con ojos de plato y no volvieron hasta dos horas después con un doctor: “señora, ¿que se quiere ir? No se vaya, mire, ahora el quirófano está desocupado, piense en su bebé ahora mismo la opero yo, ¿qué le parece?” asentí. Me prepararon, me inyectaron la anestesia que me dolió muchísimo y la anestesióloga gritándome que me callara “cállate, gritar no va ayudarte”. Me metieron al quirófano y me amarraron, cuando empezaron a operar sentí claramente el bisturí entrar en mi carne y empecé a llorar, a gritar y quejarme que me dolía que lo estaba sintiendo, la anestesia no funcionaba o algo… sólo los oía reírse de mí a todos los practicantes, enfermeras, el médico. Me limité a llorar el resto de la operación, cuando oí a mi hija llorar me la pasaron para que la viera, casi no recuerdo su cara pero si recuerdo que alguien dijo “miren igual de chillona que la mamá, jajaja” Lloré mucho mientras me cosían y me pusieron una mascarilla que me durmió.
Todo el día transcurrió así, yo sin poderme levantarme para ir al baño, con la boca seca sin poder beber un vaso de agua. Creí en un momento que me volvería loca cuando por fin llegó otra médica revisó mi expediente y dijo “¿ella qué hace aquí? Que la suban a piso, si su embarazo está muy bien y que baje de nuevo al día siguiente para una inducción” sé que leerlo suena sencillo pero después de pasar 24 horas en la sala de urgencia de tocología sin dormir, comer, oyendo todas las torturas (si porque para mí fueron torturas) a las que las pobres parturientas eran sometidas y yo peleando porque no quería más tactos, ni encuestas acerca de cuando inicié mi vida sexual y porque no me quería poner el dispositivo. Pasó una joven cerca de mí con un celular y le pedí que me dejara mandarle un mensaje a mi marido: “¡ay no! No puedo porque que tal que me regañan a mí” era una total prisionera.
Exploté, le dije a una enfermera que quería irme y que no sé cómo le iban a hacer pero que llamaran a mi esposo porque ya me iba. Me miraron con ojos de plato y no volvieron hasta dos horas después con un doctor: “señora, ¿que se quiere ir? No se vaya, mire, ahora el quirófano está desocupado, piense en su bebé ahora mismo la opero yo, ¿qué le parece?” asentí. Me prepararon, me inyectaron la anestesia que me dolió muchísimo y la anestesióloga gritándome que me callara “cállate, gritar no va ayudarte”. Me metieron al quirófano y me amarraron, cuando empezaron a operar sentí claramente el bisturí entrar en mi carne y empecé a llorar, a gritar y quejarme que me dolía que lo estaba sintiendo, la anestesia no funcionaba o algo… sólo los oía reírse de mí a todos los practicantes, enfermeras, el médico. Me limité a llorar el resto de la operación, cuando oí a mi hija llorar me la pasaron para que la viera, casi no recuerdo su cara pero si recuerdo que alguien dijo “miren igual de chillona que la mamá, jajaja” Lloré mucho mientras me cosían y me pusieron una mascarilla que me durmió.
Cuando me llevaban saliendo del quirófano me desperté, fue muy rápido para mí y escuché llorar a mi hija, sabía que era ella, le pedí a la enfermera que me la trajera y me dijo “no te la puedo traer hasta que muevas las piernas” levanté la sábana y doblé las dos piernas, recién operada, ella me miró asombradísima y me dijo “es que tiene que ir a la incubadora un raro p-porque todos los recién nacidos nacen fríos y blabla” en ese momento comencé a llorar de nuevo y a rogarle que me llevara a mi bebé mirándola a los ojos, no sé si se conmovió o qué pero me dijo “bueno te la traigo un rato ¡PERO NO LE DES DE COMER! ¿Eh? ¡Sino te la quito! Ella tiene que tomar un poco de suero glucosado.”
Como no quería que me la quitaran de dije que sí a todo. Me llevaron a mi pequeña aún llorando como leoncita y en cuanto me la puse en el pecho saludándola dejó de llorar, “Ay mira qué raro ¡contigo ya no llora!”. Cuando la tuve conmigo tenía muchas ganas de ponérmela en el pecho para que empezara a mamar, pero también tuve mucho miedo de que si me viera la enfermera loca me la quitara así que no le dí en ese momento.
Lo demás ya son detalles que me alargaría mucho contándolos, sólo me queda decir que me fui a mi casa dos días después con una lata de fórmula, antes ya las enfermeras se burlaron de mí obligándome a aplastarme los pechos enfrente de ellas para decirme “¿ya ves? ¡no tienes leche!”. Afortunadamente soy muy terca y no les dí ese gusto, me robaron mi parto, no me iban a robar mi lactancia, que fue una total bendición, lo sigue siendo 11 meses después.
Sólo quiero mirar un futuro lleno de luz, reformado, en el que el sistema de salud público trate a todos sus pacientes como personas, como si fueran de su propia familia, con vocación por la vida, al fin y al cabo son ellos los que tienen vida en sus manos. Y si se puede, solo hay que ver los sistemas de salud de Europa. Y si un país no trata bien a sus mujeres y a las de parto, ¿que clase de país es ese?
Si has sufrido de violencia obstétrica y necesitas hablarlo con alguien que pueda escucharte de forma atenta, compasiva y comprensiva, contacta con Escuchando con el Corazón - Red Estatal de Apoyo Emocional al Estrés Post-Traumático PosParto.
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¿Y tú? ¿Pariste como querías? ¿Te sentiste respetada y contenida?Como no quería que me la quitaran de dije que sí a todo. Me llevaron a mi pequeña aún llorando como leoncita y en cuanto me la puse en el pecho saludándola dejó de llorar, “Ay mira qué raro ¡contigo ya no llora!”. Cuando la tuve conmigo tenía muchas ganas de ponérmela en el pecho para que empezara a mamar, pero también tuve mucho miedo de que si me viera la enfermera loca me la quitara así que no le dí en ese momento.
Lo demás ya son detalles que me alargaría mucho contándolos, sólo me queda decir que me fui a mi casa dos días después con una lata de fórmula, antes ya las enfermeras se burlaron de mí obligándome a aplastarme los pechos enfrente de ellas para decirme “¿ya ves? ¡no tienes leche!”. Afortunadamente soy muy terca y no les dí ese gusto, me robaron mi parto, no me iban a robar mi lactancia, que fue una total bendición, lo sigue siendo 11 meses después.
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Esa historia se me hace tan conocida, casi literalmente la mía... yo ya lo sané (creo) y si tuviera otro hijo sé ya no sería tan insegura y lucharía porque me respetaran... pero qué tristeza, en el seguro tratan a las mujeres como viles estadísticas, les falta humanidad... abrazos a la mamá de esta crónica, con la que me he identificado tanto...
ResponderEliminarHola que triste esta historia, me hace recorda a lo que yo vivi el dia que pari.Desafortunada mente en latino america no hay leyes ni respeto por el paciente.Yo tambien tengo una herida en mi corazòn que no sana y no pienso repetirla con mi proximo parto, admito que no estaba informada, pero gracias a Dios mi hijo de 4 años esta conmigo, hoy voy por el segundo bebè y me siento mas fuerte y mas segura de mi y muchas ganas de no permitir que me falten al respeto.
ResponderEliminarQue trise que en pleno siglo 21 todavia no halla respeto por los pacientes.Yo tambien tuve un parto muy triste y dificil, y si estoy viva es de milagro, en la cesaria casi me da un paro cardio respiratorio, me apartaron de mi bebito varias horas con el cuento que nacen con mucho frio, le dieron leche de formula sin mi permiso, y llore mares a los dos dias en casa porque lactancia exlusiva me costo trabajo. Hoy no pienso permmitir mas atropeyos, admito que me falto informacion pero esta ves voy preparada
ResponderEliminarYo no pase toda esa tortura, deseaba un parto natural, pero desde el inicio todos me aconsejaban mejor cesárea, mira que tienes 38 años y primeriza, que hay mas riesgos, que no sufra el bebé y mil cosas más. Mi esposo tambien me decia que era riesgoso y yo deje de creer en mi e hice mía la idea de la cesárea. Y al final optamos por la atención privada. Pero al menos soñaba con tener a mi hija en mi pecho ni bien naciera que sintiera mi calor y mis latidos, que supiera que mamá estaba alli y alimentarla. Pesó más de 4 kilos y era grandota así que me decían ves, no hubieras podido con el parto natural :( , si bien no me dolió nada, ni la anestesia, ni la operacion, ni los puntos ni la recuperación, me trataron como a reyna por que era costoso, lo lamentable es que apenas me la mostraron cuando nacio, ni un beso le pude dar, se la llevaron a lavarla y luego a la incubadora me la llevaron como 6 horas más tarde....ya le habían dado el biberón :'( y pues por más que intente despues nunca se pego a mi pecho así que a final nuestra lactancia fracasó aun asi me sacaba mi leche (apenas salían 3 onzas máximo) y se la daba en el biberón y le completaba. Una vez cuando mi Astrid tuvo poco más de 3 meses despues de darle un poco de formula insisti en ponerla en el pecho y mamó como nunca lo habia hecho. Fue tanta mi alegría que lloré de emoción y duró como quince minutos hasta que se durmió. Lo intenté algunas veces más pero ya no acepto, gritaba y berreaba cuando le ponía mi pecho (eso hacía desde recien nacida) al menos creo que me quiso regalar esa sensación tan hermosa de permitirme alimentarla. Y esa fue nuestra historia. Ahora con año 9 meses, aun le doy el biberon. Mi esposo quiere enseñarle a que lo sostenga solita, me dice, dejala crecer ya no es bebé,pero yo no lo acepto, por que esos son "nuestros momentos" no cambio por nada ese gusto de mirarnos a los ojos mientras toma su leche (aunque no sea la mía :'( ....disculpen el testamento pero tenía que compartirlo
ResponderEliminarNo puedo creer que pasen estas cosas ami me paso lo mismo el doctor me tapo la boca cuando yo grite para que saliera mi hija, aun no puedo olvidar eso, ya han pasado 3 meses y cada vez me da mas coraje, no se como llegue a ese lugar si mi primera expericencia de parto fue hermosa!!! con una partera mi esposo mis abuelas fui muy feliz!, pero este parto me ha dejado herida llenda de coraje, pero ese coraje que te da ganas de hacer algo, ojala esas ganas me lleven a algun lado...
ResponderEliminarAKi en Peru pasa eso todo el tiempo en el seguro social son unos salvajes, ni siquiera las enfermeras o médicos mujeres por el hecho de ser mujeres tienen solidaridad de genero con las que van a dar a luz. Aquí su no tienes dinero para una clínica privada donde si te tratan muy bien porque te cobran un ojo de la cara, tienes q sufrir en los hospitales públicos.
ResponderEliminarque triste historia pero a la ves inspira a que no debemos dejar que nos traten asi, a que no creamos que no podemos yo tuve una cesarea por creer que mi bebe no iba a caber por pesar 4 kilos y aun sufro y le pido perdon por no respetar su tiempo y su momento espero esta mami sane pronto su corazon que gracias a Dios tenemos a nuestras bebes que hacen sentir mejor y olvidar besos :)
ResponderEliminarUn poco dramatizado la historia.. Si paris en hospital publico hay q saber lo q puede y no puede pasar. Hay 1 medico para 6 parturientas asi que no puedes esperar q se te sienten aladotodo el tiwmpo y si te dejan sola mas bien es x tu propia intimidad.. Apuesto a q si ubiera tenido una enfermera ensima todo el tiempo tambien se iba quejar de q no le dejaron en paz. Asi es la vida.. Nunk llueve a gusto de.todos.. Yo tambien tengo quejas de mis partos pero me quede con lo bueno y es q mis hijos slieron sanos y fuertes
ResponderEliminar@Anónimo
ResponderEliminarNunca había leído un comentario tan poco empático ante la desgracia ajena... por supuesto tenía que ser anónimo. Y nada más para que lo medites bien: NINGUNA embarazada debería estar sola en su proceso de parto, eso es inhumano y cruel.
Eso es horrible y cierto, yo pasé algo similar, y las consecuencias fueron que mi bba se quedará hospitalizada 7 días más y yo fui dada de alta, es horrible salir del hospital con los brazos vacios y dejar a tu hijo en manos de esas bestías, rogandole a Dios a ella la traten bien, iba todos los días a todas las horas que ellos indicaban, y era tortura, me decían mañana te la damos de alta y llegaba y decían se puso mal anoche, esta en observación, y así pasaron los días, hasta que gracias a Dios mi niña no tuvo ningun problema y me la devolvieron. Esto se pudo haber evitado si no me hubieran hecho esperar y sufrir inutilmente... Acabo de tener a mi tercer bb una nena, en el seguro y esta vez me puse lista y exigí mis derechos, no deje si quiera internarme hasta el día de la cesarea, a parte me controle de forma particular y así fue como todo gracias a Dios salió bien, al siguiente día me fui a casa con mi bb, la sensación más hermosa después del parto....
ResponderEliminarBuenas tardes,
ResponderEliminarLa historia es sumamente triste, sí pero me parece extraño cuando en los hospitales del servicio de salud público en México al menos siempre optan por parto natural (precisamente porque es más barato y el sistema de salud funciona a base de gasto). Sinceramente yo no entiendo el revuelo con el tema de la cesárea, yo tuve una y me fue de maravilla, fue electiva, mi ginecólogo me insistió enormemente en un parto natural, yo no quise. Mi nena tenía doble vuelta en el cordón y siempre me he sentido insegura al respecto. También mi decisión de cesárea debe respetarse igual que la muy respetable elección de las mujeres que quieren su parto natural y sin medicación. Para mí lo más importante fue la salud de mi nena y me pareció que la cesárea la aseguraba más que el parto natural. Fui a un hospital privado, mi esposo y yo ahorramos los nueve meses del embarazo para poder tener la mejor atención. La cirugía fue nada, no sentí dolor, los médicos me trataron excelente, en ningún momento desconocí o decrecieron las ganas de estar con mi niña porque fuera cesárea, todo lo contrario. Y en ningún momento necesite que nadie más me ayudará a cuidarla por esta operada, yo ya estaba al segundo día con mi niña, de pie intentando alimentarla. Y desde ese momento hasta hoy doy todo por ella, si, me ahorre el parto natural, eso me hace una madre menos entregada? cuando pienso estar mi vida entera para mi niña. Lo siento, pero no lo creo. Un parto natural no te hace más o menos madre que una cesárea. Una vez leí
un artículo que en primera me ofendió, en el que decía que la lactancia era elección también de la madre y que ella se había sentido superada y por eso la había abandonado. En ese momento yo pensé que podría haber sido menos egoísta y haberla continuado como tantas otras lo hemos hecho. Sin embargo ahora que el tema es la cesárea, creo que la entiendo. No se debe juzgar cuando una mujer elige una cesárea, en mi caso, haberme sometido a un parto natural sólo hubiera servido para una cosa: estresarme, poner al máximo mis nervios y haberme amargado el momento de feliz encuentro con mi niña. Yo no me arrepiento de mi elección y creo que es respetable.